
El UFC 319 nos dejó una de esas noches que marcan un antes y un después en la historia de las artes marciales mixtas. En el combate estelar, Khamzat Chimaev venció con autoridad al hasta entonces campeón Dricus du Plessis, arrebatándole el cinturón de peso medio de la UFC tras cinco asaltos donde el checheno demostró que su lucha está, hoy por hoy, a otro nivel.

Un dominio incontestable desde el primer asalto
Chimaev salió a hacer lo que mejor sabe: presionar, derribar y controlar. Desde los primeros minutos quedó claro que Dricus no tenía respuesta para el implacable wrestling de su rival. Los números hablan por sí solos: 12 derribos efectivos, más de 21 minutos de control en el suelo y un total de 529 golpes conectados, muchos de ellos desde posiciones dominantes. Es un récord que confirma lo que todos vimos: un dominio absoluto.
El sudafricano intentó encontrar huecos en el striking, donde normalmente se siente cómodo, pero apenas tuvo oportunidades reales. Cada intento de boxeo o de combinaciones era rápidamente neutralizado con un derribo que lo dejaba atrapado bajo el peso de Chimaev. Las tarjetas de los jueces lo reflejaron de manera contundente: 50–44 en las tres cartulinas.
La polémica con el árbitro Marc Goddard
Uno de los puntos más comentados tras el evento fue la actuación del árbitro Marc Goddard, que en dos ocasiones decidió detener la acción en el suelo para obligar a los luchadores a levantarse. Muchos interpretaron esto como una ayuda indirecta a du Plessis, ya que era el único escenario en el que podía tener opciones de conectar algo en pie. Incluso leyendas como Robert Whittaker o Reinier de Ridder criticaron públicamente esas intervenciones, calificándolas de “innecesarias” y “perjudiciales para el trabajo de Chimaev”.
En mi opinión, Marc Goddard es un pedazo de profesional. Le he visto en persona arbitrar en UAE Warriors además de en UFC y si tomó esa decisión es porque consideró que debía hacerlo. Es cierto que estos reinicios favorecieron al campeón ligeramente y añade algo de riesgo al checheno que podría haber sido conectado. Cuando un luchador trabaja constantemente en el suelo, busca transiciones, conecta golpes y mantiene el control, quizás no hay motivo para interrumpir la acción. Pero al final, y pese a estas pausas, el resultado fue exactamente el que debía ser: victoria clara para Chimaev.
Wrestling contra striking: el eterno debate en la UFC
Tras la pelea se desató el debate habitual: ¿es aburrido ver un combate donde un luchador domina con wrestling y no busca el intercambio de pie? Figuras como Nate Diaz lo calificaron de “aburrido”, mientras que otros lo compararon con estilos históricos de campeones como Georges St-Pierre o Khabib Nurmagomedov, que construyeron su legado sobre el control y la eficacia más que sobre el espectáculo.
Es cierto que a todos nos gusta disfrutar de striking explosivo, intercambios, transiciones locas y finalizaciones espectaculares. Pero conviene recordar algo fundamental: esto no es boxeo, ni muay thai, ni kickboxing. Las MMA son un deporte completo, y si tu mayor arma es el grappling, lo inteligente es usarla, sobre todo cuando te juegas un invicto y un cinturón mundial. Pedirle a Chimaev que se quede de pie solo para agradar al público sería pedirle que renuncie a su mayor fortaleza.
Chimaev venció a Du Plessis: una prueba de fuego superada
Otro aspecto clave de este combate era el cardio. Se había cuestionado en muchas ocasiones la capacidad de Chimaev para mantener su ritmo más allá de los tres asaltos, y pelear por primera vez a cinco rondas suponía una auténtica prueba de fuego. Pues bien, la superó con nota. No solo mantuvo el control en todos los asaltos, sino que su intensidad no decayó en ningún momento, lo que demuestra que su preparación física estuvo a la altura de un campeonato mundial.


Era algo previsible ver a Chimaev vencedor? será difícil de destronar
Con esta victoria, Khamzat Chimaev no solo se convierte en campeón de peso medio de la UFC, sino que lanza un mensaje muy claro al resto de la división: será muy difícil quitarle el cinturón. Su estilo puede no gustar a todos, pero es efectivo, demoledor y, sobre todo, ganador. El wrestling es la base dominante de las MMA modernas, y Chimaev es hoy su máximo exponente.
En definitiva, el UFC 319 pasará a la historia como la noche en que Chimaev confirmó lo que muchos ya intuíamos: que estamos ante un competidor prácticamente imparable. Dricus du Plessis fue valiente, pero no pudo encontrar respuestas. Y ahora, la pregunta inevitable es: ¿quién será capaz de frenar al lobo checheno?